Hay frases hechas que se repiten hasta el hartazgo. Y lo peor es que muchas veces se transforman en máximas. No me dirá que no se acuerda de la que se acuñó durante la hegemonía del Imperio Romano: "todos los caminos conducen a Roma".
Bien, hoy le propongo que deje atrás este pensamiento y me acompañe a transitar otro camino. Porque quiero sorprenderlo. ¿Usted sabe que a 85 kilómetros de la capital tucumana habemus una Capilla Sixtina?
Seguramente no. La Ruta nacional 38, tras un viaje sin sobresaltos, lo depositará en la ciudad de Aguilares, cabecera del departamento Río Chico. Puede optar por varios medios de transporte. Ómnibus interurbano, taxi o remise -estos últimos sólo si se ganó la lotería- y desembarcar en la ciudad de las avenidas.
Es viernes. La llegada del mediodía es inminente. El verano se muestra impiadoso. Sobre la elegante avenida Sarmiento, a la altura del 1.000, se encuentra la iglesia parroquial Nuestra Señora del Carmen.
En la vereda gente joven y elegante espera la llegada de los novios. Desde la puerta se divisa la figura del sacerdote en el altar. "El padre ya lo va a atender luego del casamiento" manifiesta el licenciado Carlos Bulacios, integrante de la comunidad de la parroquia convertida en un clon de la vaticana.
Café de por medio el erudito en historia me da detalles de la parroquia. Hay una sensación de indisimulable orgullo en sus palabras. Hasta que concluye la boda y se suma a la charla el padre JuanRodolfo Apud.
Su aspecto es el de un deportista retirado por su longilínea figura. Con voz pausada y firme en sus convicciones, comienza a contar cómo fue el proceso de transformar a su parroquia en una pequeña Capilla Sixtina.
"Cuando llegué, hace tres años, al ver cómo estaba la iglesia parroquial, conté cómo quería que fuera. Un grupo de feligreses me escuchaba. Al unísono me dijeron: padre, usted está completamente loco", acota risueñamente.
Y no es extraño que haya logrado lo que se propuso, sino mucho más. El padre Apud es un hombre para el que no existe en su vocabulario el no. El adverbio de negación no forma parte de su vida, ni de su forma de ser. Quizá por eso se identifica con el Padre Pío de Pietrelcina y con su obra en San Giovanni Rotondo, Italia.
"Y pedí ayuda y me ayudaron. Cada pintura se hizo con el aporte de los fieles, del municipio y la pintura -tanto interna como externa- es obra de la Dirección de Arquitectura y Urbanismo", afirma.
Es increíble, prosigue, cómo los feligreses "se convirtieron en los mecenas de la obra. Veían trabajar al artista trepado en el andamio y no dudaban en realizar su aporte desinteresado".
Luciano Reynoso es el nombre del pintor que tomó este desafío y que logró plasmar en los 12 paños "la Historia cimentada en los Mandamientos", sostiene el sacerdote.
¿El porqué de la Capilla Sixtina? Con una gran sonrisa el padre Rodolfo responde que "porque el arte eleva el espíritu de las personas. Lo alimenta y llena de bondad. Es el camino hacia Dios. Yo lo veo en las cuatro misas que celebro los días domingo y a las que concurre un promedio de unas 1.500 personas que de a poco van descubriendo la belleza que encierra el arte", concluye.
Su tarea pastoral es compartida con el padre Jesús Pastor Gómez, como vicario Cooperador y un Consejo de Pastoral.
Pero sus esfuerzos no sólo se concentraron en realzar el aspecto de la iglesia parroquial sino que también dirige una radio. Sí, la FM 93.9 Radio Virgen del Carmen que en su programación "tiene mucho Pavarotti y jazz", afirma orgulloso. También hay en la casa parroquial una librería, un lugar para leer y una sala en que se pone en escena teatro, folclore y ballet porque "tengo que ofrecerle a los jóvenes una alternativa a los boliches".
El próximo 20, al quedar inaugurada, se darán cita varios obispos de la región junto al Obispo Armando José María Rossi.
A usted ¿le parece poco?
MEMORIAS DEL ARTISTA
SIN CANSANCIO.- Luciano Reynoso llegó con un hijo en brazos y su esposa tenía de la mano al nene mayor. Habla de su obra. "No me cansa ni dibujar ni pintar. Sí la temperatura que hace allá arriba", dice señalando el techo.
DESDE LA CUNA.- Quienes lo conocen afirman que el Miguel Ángel de Aguilares no podría haber elegido otra profesión. "Luciano, afirma el padre Apud, no nació con el pan bajo el brazo. Nació con los pinceles en la mano", acota.
EL FUTURO.- "Me atrasé en mis estudios por pintar la iglesia. Ya terminé los talleres y me faltan cinco materias para terminar la Licenciatura en Artes en la Facultad", afirma orgulloso.
EL PRESENTE.- Mientras supervisa su obra Luciano cuenta que ya pintó y realizó imágenes para otras iglesias. "Me dedico, cuando puedo, a realizar restauraciones de las imágenes. Es una tarea que me apasiona", concluye.